Y con ella, la luz,
la alegría y la poesía.
Yo pongo unas imágenes
y la poesía, algunos de los grandes.
Si al tiempo de ver esta entrada, escuchas “La Primavera”, de las “Cuatro Estaciones” de
Vivaldi, el ambiente será perfecto.
Primavera.
Juan Ramón Jiménez
Abril, sin tu
asistencia clara, fuera
invierno de caídos
esplendores;
mas aunque abril no
te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás
la primavera.
Eres la primavera
verdadera:
rosa de los caminos
interiores
brisa de los secretos
corredores,
lumbre de la
recóndita ladera.
¡Qué paz, cuando en
la tarde misteriosa,
abrazados los dos,
sea tu risa
el surtidor de
nuestra sola fuente!
Mi corazón recogerá
tu rosa,
sobre mis ojos se
echará tu brisa
tu luz se dormirá
sobre mi frente...
La Primavera besaba.
Antonio Machado
La primavera besaba
suavemente la
arboleda,
y el verde nuevo
brotaba
como una verde
humareda.
Las nubes iban
pasando
sobre el campo
juvenil...
Yo vi en las hojas
temblando
las frescas lluvias
de abril.
Bajo ese almendro
florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he
maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la
vida,
me he parado a
meditar...
!Juventud nunca
vivida
quién te volviera a
soñar!
Poesía visual.
Guillaume Apollinaire
(caligrama)
Guillaume Apollinaire
(caligrama)
Volverán las oscuras golondrinas.
Gustavo Adolfo Becquer
Volverán las oscuras
golondrinas
en tu balcón sus
nidos a colgar,
y otra vez con el ala
a sus cristales,
jugando llamarán;
pero aquellas que el
vuelo refrenaban
tu hermosura y mi
dicha al contemplar;
aquellas que
aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas
madreselvas
de tu jardín las
tapias a escalar,
y otra vez a la
tarde, aun más hermosas,
sus flores abrirán;
pero aquellas
cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos
temblar
y caer, como lágrimas
del día...
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en
tus oídos
las palabras
ardientes a sonar;
tu corazón, de su
profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y
de rodillas
como se adora a Dios
ante su altar,
como yo te he
querido... desengáñate,
¡así no te querrán!
Primavera.
Tomás de Iriarte
Ya alegra la campiña
la fresca primavera;
el bosque y la
pradera
renuevan su verdor.
Con silbo de las
ramas
los árboles vecinos
acompañan los trinos
del dulce ruiseñor.
Este es el tiempo,
Silvio,
el tiempo del amor.
Escucha cual susurra
el arroyuelo manso;
al sueño y al
descanso
convida su rumor.
¡Qué amena está la
orilla!
¡Qué clara la
corriente!
¿Cuándo exhaló el
ambiente
más delicioso olor?
Este es el tiempo,
Silvio,
el tiempo del amor.
Más bulla y más
temprana
alumbra ya la aurora;
el sol los campos
dora
con otro resplandor.
Desnúdanse los montes
del duro y triste
hielo,
y vístese ya el cielo
de más vario color.
Este es el tiempo,
Silvio,
el tiempo del amor.
Las aves se enamoran,
los peces, los
ganados,
y aun se aman
enlazados
el árbol y la flor.
Naturaleza toda,
cobrando nueva vida,
aplaude la venida
de mayo bienhechor.
Este es el tiempo,
Silvio,
el tiempo del amor.
"Mayo"
Lope de Vega
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los
ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas
Ríense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
Vístense las plantas
de varias sedas,
que sacar colores
poco les cuesta.
Los campos alegran
tapetes varios,
cantan los ruiseñores
retumba el campo
Mariposa
Nicolás Guillén
Quisiera
hacer un verso que
tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera
como una fina
mariposa rara,
como una mariposa que
volara
sobre tu vida, y
cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo
cálido de cálida palmera
y al fin su vuelo
absurdo reposara
--tal como en una
roca azul de la pradera--
sobre la linda rosa
de tu cara...
Quisiera
hacer un verso que
tuviera
toda la fragancia de
la Primavera
y que cual una
mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre
tu cuerpo, sobre tu cara.
Primavera a la vista.
Octavio Paz
Pulida claridad de
piedra diáfana,
Lisa frente de
estatua sin memoria:
Cielo de invierno,
espacio reflejado
En otro más profundo
y más vacío.
El mar respira
apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz
entre los árboles,
Ejército dormido. Los
despierta
El viento con
banderas de follajes.
Nace del mar, asalta
la colina,
Oleaje sin cuerpo que
revienta
Contra los eucaliptos
amarillos
Y se derrama en ecos
por el llano.
El día abre los ojos
y penetra
En una primavera
anticipada.
Todo lo que mis manos
tocan, vuela.
Está lleno de pájaros
el mundo.
Oda I: Vida retirada.
Fray Luis de León
¡Qué descansada vida
la del que huye del
mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han
ido
los pocos sabios que
en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios
grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en
jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su
nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la
verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo
señalado;
si, en busca deste
viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con
mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro,
deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar
tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre,
libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre
ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso
no aprendido;
no los cuidados
graves
de que es siempre
seguido
el que al ajeno
arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien
que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de
celo,
de odio, de
esperanzas, de recelo.
Del
monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar
su hermosura,
desde la cumbre
airosa
una fontana pura
hasta llegar
corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los
árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores
va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores
al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del
cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso
leño se confían;
no es mío ver el
lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el
ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega
noche el claro día
se torna, al cielo
suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a
porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz
bien abastada
me basta, y la
vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar
no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los
otros abrazando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la
sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro
eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce,
acordado,
del plectro
sabiamente meneado.
Más poesía:
Todas las poesías son muy lindas, tanto como la primavera. Besitos.
ResponderEliminarSaludos amiga.
EliminarMe alegra que te hayan gustado las poesías, por suerte para todos no son mías.
Un abrazo chicharrero.
La que más me ha gustado es la de Gustavo Adolfo Becquer. Es una pasada de bonita y lleva la música incorporada en las palabras. Un saludo.
ResponderEliminarSaludos amigo Juan.
EliminarMe alegra te haya gustado la poesía de G.A. Becquer, todas son de grandes maestros, pero no me negaras que lo de “Lope de Vega” no es magistral.
Casi se oye el agua y se ven las gotitas saltando sobre las flores.
[…
Ríense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
]
Un abrazo chicharrero.